LA LECTURA


“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Solo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”
Jorge Luis Borges.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Mañana viene ya... Marta Abadía


Marta Abadía, nacida en Madrid, se formó como escritora autodidacta a base de voluntad poética y relatora. A pesar de que estudió Filología, Estudios de Asia Oriental, y Psicología, es Máster en Violencia de Género y ha trabajado como profesora y como psicóloga, y también en oficios primordiales, como jardinera, cuidadora, cosedora, albañila, pintora brochafina y brochagorda, enfermera, enseñadora, niñera, limpiadora, cocinera, etcétera, prefiere pensar que es poeta. O Escritora. Porque realiza incursiones en la literatura creativa desde siempre y se identifica con la palabra y con sus metáforas y significados. Su filosofía de vida es feminista, es decir: se esfuerza para que un día hombres y mujeres podamos relacionarnos en igualdad de derechos y en el respeto profundo a nuestras diferencias. Ha ganado algunos certámenes literarios nacionales e internacionales. Entre otros, en 2008, consiguió el premio Altea de las Artes y Premio Novaltea de Novela. Ha publicado la novela: “El canario desnudo”, más unos cuantos poemarios. Inéditos guarda unos treinta libros de poesía, 0cho novelas, y varias colecciones de relatos. Marta Abadía es el nombre literario de su inspiración.

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"Como escritora, he elegido llamarme Marta Abadía, aunque al nacer me impusieron otro nombre y otros apellidos. Muchas veces me preguntan por qué firmo con un pseudónimo. Tengo varias razones. La principal es porque, cuando escribo, siento que hay un ser interior que se apodera de mí y manda sobre “mi yo de andar por casa”. Cuando ella aparece, se pone a trabajar a mi pesar, por encima, debajo y alrededor de mí, me ordena, me sitúa y se expresa a su manera, mientras yo me convierto en vehículo que recoge su pensar y su sentir, la herramienta que sirve a sus impulsos. Esta realidad me obliga a reconocer su existencia, valorar su trabajo y darle nombre.
Por cierto, el nombre lo elegí porque tiene para mí un valor simbólico importante. Marta, en la tradición judeo-cristiana que me socializó, es la persona activa, frente a María, la contemplativa. Si bien para escribir son precisas importantes dosis de contemplación, meditación y sosiego, que María proporciona, sin la energía activa de Marta todo quedaría sumido en el silencio. Abadía es el apellido de una de mis tatarabuelas, Josefa, que fue madre del escritor José María Munuera y Abadía, natural de Lorca. Este bisabuelo mío, padre del padre de mi padre, fue olvidado por todos durante muchos años; hoy por fin es un historiador local reconocido por sus paisanos. Y yo lo valoro no solo por ser mi bisabuelo, sino sobre todo porque escribía de forma honrada y colorista sobre las cosas de su tierra para no perderlas, para no perderse. Me gusta pensar que la madre de ese hombre escritor de cosas de la vida le supo transmitir el valor de lo pequeño, lo cotidiano, lo real. Reconociéndola a ella en el nombre que he elegido para mí, me resulta imposible olvidar que soy pequeña, cotidiana y real.
Marta Abadía es también mi excusa para encontrar mi espacio personal de silencio, imprescindible para escribir. Cuando Marta Abadía entra en acción, me viste, me transforma y dejo de ser madre, abuela, ama de casa, recadera, profesora, psicóloga o estudiante (mis roles de acción social y familiar). Marta Abadía necesita un espacio de recogimiento y mucho respeto de mis amigos y familia. Cuando ella está, yo no estoy. Cuando ella se expresa, el mundo de mi alrededor respeta mi silencio.Además, Marta Abadía es  mi máscara. Ella dice por mí cosas que yo no sabría decir ni, si supiera decirlas, encontraría el momento, el como o el porqué. Ella no necesita excusa, actúa. No precisa consideraciones de conveniencia o error, habla. Y yo, ante su contundencia y su verdad no puedo sino retroceder y aceptar su fuerza, su valor y su ética. Yo sería cobarde cuando ella es valiente, confusa, cuando ella es clara, débil, cuando ella es fuerte. Por tanto, me rindo a su verdad y la sigo respetuosa y decididamente.
Por último, Marta Abadía es el soporte de mi fe, de mi esperanza y de mi amor. Como ser cercano a ella, me empequeñezco y me someto al hecho de que ella me va construyendo como persona, como escritora y como activista; porque es ella quien baraja y quien ordena las ideas que bullen dentro de mí, y quien termina poniendo en orden mis anhelos, curando mis heridas y lanzando mi verdad a los cuatro vientos."